Los puentes de Moscú

Los puentes de Moscú, de Alfonso Zapico (Astiberri). Zubigileak en la edición en euskera.

Eduardo Madina y Fermín Muguruza son dos figuras fundamentales para comprender la enorme complejidad de la historia reciente de Euskadi. Una entrevista del expolítico socialista al músico para la revista Jotdown, en la que Alfonso Zapico estuvo presente, sirvió de inspiración al dibujante para crear Los puentes de Moscú (Zubigileak – «los que construyen puentes» – en la edición en euskera). A medio camino entre el trabajo histórico y el periodístico, la conversación entre ambos protagonistas permite al autor asturiano inducirnos a la reflexión, al entendimiento y a huir de los falsos maniqueísmos y el simplismo que dominan el relato de los medios de comunicación mayoritarios. Un cómic original y muy necesario, que ha servido a Zapico para tomarse un descanso mientras realiza el tercer volumen de La balada del norte (Tomo 1 y Tomo 2).

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En la línea del cómic periodístico heredero de Joe Sacco y Guy Delisle, Alfonso Zapico se incluye en la obra, de forma que automáticamente nos identificamos con él y su papel de observador externo de la conversación. Zapico no trata de desentrañar la verdad de Euskadi en los últimos 80 años, sino que traslada al cómic las respectivas visiones de Madina y Muguruza. Dos personas de trayectorias tan dispares que, como vemos a medida que avanzan las páginas, comparten mucho más de lo que parece a simple vista. Una víctima de ETA, miembro del partido socialista y un cantante y activista de la izquierda abertzale construyen puentes y dialogan sobre las traumáticas décadas pasadas y sobre sus deseos para un Euskadi en paz. Como el mismo Zapico reconoce, haber creado este cómic en la situación actual, cuando ETA ha abandonado la lucha armada, es mucho más sencillo que haberlo hecho hace diez o quince años; pero este hecho no resta ni un ápice de su valor a Los puentes de Moscú.

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Uno de los grandes aciertos del cómic es la forma en que Zapico reconstruye la historia personal de ambos protagonistas. Para ello se remonta hasta la guerra civil, puesto que los antepasados tanto de Eduardo Madina como de Fermín Muguruza lucharon contra las tropas franquistas. La guerra, el exilio y la derrota marcaron profundamente a las familias de ambos, aunque posteriormente el político y el cantante optaran por luchar por mejorar la sociedad de formas muy diferentes. A través del diálogo y las reflexiones de los tres personajes principales de la obra, el dibujante asturiano recorre la juventud de Madina hasta convertirse en objetivo de ETA cuando militaba en las Juventudes Socialistas de Euskadi; y en paralelo, nos muestra la carrera musical de Muguruza y las diversas luchas sociales en las que siempre ha estado implicado. La música es uno de los ejes del diálogo, ya que fue un elemento aglutinador de toda la juventud vasca de los años 80 y 90.

El GAL, Intxaurrondo, el cierre del periódico Egunkaria, la lucha zapatista o su compromiso con el abandono de la violencia recorren el discurso del cantante de Kortatu y Negu Gorriak. Al mismo tiempo, Alfonso Zapico relata cómo se conocieron en el festival de cómic de Argel y la profunda impresión que le causó. Por su parte, Eduardo Madina nos es presentado como un joven militante socialista que tenía opiniones bastantes heterodoxas dentro de su propio partido. Jugaba al voley y le gustaba mucho la música de Kortatu, entre otros grupos vascos. En 2002, con 26 años, ETA le puso una bomba lapa en el coche y perdió su pierna izquierda.

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El cómic merece una lectura pausada y profunda, ya que las 200 páginas de la obra están llenas de ideas y reflexiones muy valiosas. Fermín Muguruza explica cómo afectó su militancia a su carrera musical, expone su pensamiento sobre la naturaleza de la violencia y sobre la necesidad imperiosa de que ETA abandonase las armas. El testimonio de Eduardo Madina, cuando expone sus sentimientos sobre el atentado que sufrió o cuando narra qúe le preguntaría a la persona que colocó la bomba lapa en su coche, también es muy valioso. Además, como hace magistralmente en el capítulo 9: La trampa del absurdo, Alfonso Zapico también muestra aspectos fundamentales de la comprensión – o incompresión – del conflicto vasco.

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A nivel gráfico, el primer elemento que llama la atención es la inexistencia de viñetas. El autor asturiano llevó su cuaderno de dibujo a la entrevista y mientras ambos protagonistas conversaban, se dedicó a hacer dibujos rápidos, a modo de esbozos. Estas notas, con un trazo muy suelto, fueron la base de lo que posteriormente Zapico decidió convertir en un libro más extenso. El dibujo rápido, aprentemente sencillo, dota de espontaneidad al relato, de forma que nos es muy fácil situarnos en la cocina de Fermín Muguruza mientras escuchamos la conversación entre los protagonistas. Zapico, como en sus obras históricas anteriores, muestra de nuevo la importancia de la documentación y los escenarios a los que nos traslada son muy reconocibles, así como los personajes que aparecen a lo largo del cómic. El blanco y negro más puro, sin los típicos grises del dibujante asturiano, completan un gran conjunto que demuestra una vez más las múltiples virtudes del cómic para el relato histórico y periodístico.

En definitiva, Los puentes de Moscú es una obra muy importante para el cómic español. No es el primer cómic que se acerca al conflicto de Euskadi – He visto ballenas, de Javier de Isusi, entre otros, también lo hace – pero sí que es el primero que da voz a dos protagonistas que representan a dos sectores tradicionalmente irreconciliables. En la nueva etapa etapa que vive Euskadi, es imprescindible construir puentes que lleven a la convivencia y en este sentido, Alfonso Zapico, Eduardo Madina y Fermín Muguruza dan pasos importantes en esta obra. El camino acaba de empezar y la necesidad de hacer memoria, de reconocer errores propios y ajenos y de tener presentes a todas las víctimas es evidente; pero ya se ha hecho un gran avance y ahora es fundamental construir un clima en el que las nuevas generaciones puedan vivir de una manera muy diferente a la que les tocó a sus padres. Y eso es lo que tratan de hacer Eduardo Madina y Fermín Muguruza.1522330574_090840_1522332024_sumario_grande

 

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