La virgen roja, de Mary M. Talbot y Bryan Talbot (La Cúpula)
Tras los brillantes La niña de sus ojos y Sally Heathcote. Sufragista, el matrimonio Talbot ha vuelto a realizar un cómic histórico con perspectiva de género. En esta ocasión han recurrido a una estrategia diferente, y mientras en La niña de sus ojos mezclaban la memoria familiar de Mary Talbot con la biografía de Lucía Joyce y en Sally Heathcote. Sufragista crearon un personaje ficticio para retratar el movimiento sufragista, en La virgen roja han recreado la biografía de Louise Michel, una de las figuras más importantes de la Comuna de París y del anarquismo de finales del siglo XIX.
Como en sus anteriores obras, Mary Talbot ha vuelto a apostar por una trama no lineal. En este caso, asistimos a un encuentro entre la famosa feminista norteamericana Charlotte Perkins Gilman y la hija de una de las compañeras de Louise Michel. Su conversación, centrada en la revolucionaria, va repasando los momentos más decisivos de su vida. La primera parte me ha parecido un poco confusa, pero poco a poco las piezas van encajando y hacia la mitad de la obra la lectura se hace mucho más placentera.
El relato propiamente histórico se inicia en el Montmartre de 1870, en plena guerra franco-prusiana. El régimen de Napoleón III chocó con las ambiciones de la pujante Prusia y el pueblo francés pagó las consecuencias del enfrentamiento. Mary y Bryan Talbot retratan con crudeza las condiciones de vida de los parisinos más humildes, entre los que se encontraba la protagonista del cómic. El caldo de cultivo era ideal para que se produjera un estallido revolucionario y Louise Michel estuvo desde el principio en primera linea.
La capitulación del gobierno, que se refugió en Versalles, provocó la indignación de la población y en el momento en que el ejército trató de requisar los cañones que controlaba la milicia popular, el enfrentamiento entre franceses estalló. Las páginas que recrean estos momentos decisivos son las más emocionantes del cómic y consiguen que nos sumerjamos en la acción. El control popular de la ciudad, a pesar de la diversidad de idelogías que defendían los revolucionarios, desembocó en la denominada Comuna de París.
Los escasos dos meses en que la Comuna dominó París permitieron a Louise Michel impulsar algunas de sus ideas: nacionalización de las viviendas vacías para alojar a las familias más necesitadas, creación de guarderías públicas, impulso a la participación de la mujer en el ámbito público… La autogestión de una gran ciudad como París era un ejemplo muy poderoso y las élites no permitieron que prosperara. La represión fue terrible y las oscuras dobles páginas con que Bryan Talbot la ilustra, muestran su crudeza y la desesperación que Michel debió sentir.
Como muchos de sus compañeros y compañeras Louise Michel fue juzgada por su implicación en la insurrección, aunque su notoriedad consiguió que no fuera condenada a muerte. En el juicio la revolucionaria se dirigió al tribunal con las célebres palabras: «Dado que parece que todo corazón que late por la libertad sólo tiene derecho a un poco de plomo, exijo mi parte. Si me dejáis vivir no dejaré de clamar venganza y de denunciar, en venganza por mis hermanos…»
Fue condenada al destierro a la colonia penal de Nueva Caledonia, en Oceanía, junto con algunos de sus compañeros communards. Allí entró en contacto con Nathaniel Lemel, una activista que la influyó en gran medida y que propició su acercamiento al anarquismo. Su mente inquieta y brillante la llevó a colaborar con el Instituto Geográfico de París con sus observaciones sobre la flora y la fauna de las islas. Además, mostró un gran interés en conocer y defender los derechos de los canacos, los nativos de Nueva Caledonia. Llegó incluso a apoyarlos en su rebelión anticolonial, hecho que la distanció de la mayor parte de sus compañeros.
Su regreso a Francia, tras siete años de destierro, fue un gran acontecimiento. Se convirtió en una figura querida y admirada por las clases populares, en el símbolo de aquella maravillosa utopía que fue la Comuna. Pese a su edad avanzada, Louise Michel siguió luchando por los derechos de la mujer, por el laicismo, por la igualdad de todos los franceses… Era un personaje muy incómodo, participaba activamente de todas las protestas, y por ello entró y salió de la cárcel en diversas ocasiones. Los sectores más conservadores de la sociedad francesa la odiaban profundamente, como demostró el ataque que sufrió en 1888 por parte de un monárquico. Su activismo la acompañaría hasta el final de sus días, cuando ya estaba considerada como una de las figuras más importantes del anarquismo europeo.
La importancia de la biografía de Louise Michel es obvia, pero el cómic va más allá. El título de la versión inglesa es The Red Virgin and the Vision of Utopia, hecho que prueba la importancia que dan los autores al concepto de utopía. Esta hace referencia a la Comuna, pero también a la literatura de ciencia ficción de corte utópico, de la que Michel era una gran lectora. La conversación entre Charlotte Perkins Gilman y su anfitriona parisina está llena de referencias literarias y de debates en torno a la visión del futuro que tenían diversos autores. El inicio y el final del cómic, con la presencia del inventor Franz Reichelt, también llevan a la reflexión sobre la utopía y los límites del ser humano. Una bella y trágica metáfora.
La parte gráfica de la obra, a cargo de Bryan Talbot – esta vez en solitario -, sigue la estela de sus anteriores trabajos. Las dos lineas argumentales están trabajadas de formas diferentes, siempre con el contraste entre el blanco y el negro como elemento predominante. Composiciones de página variadas, en muchos casos con viñetas sin marco, dobles páginas muy espectaculares y el uso del color rojo para dotar de fuerza a elementos como la sangre o las banderas son los elementos más destacados del trabajo de Talbot. Es muy destacable también la versatilidad del dibujo del británico, capaz de retratar con acierto el ambiente urbano de París o las paradisíacas islas oceánicas.
La virgen roja es un cómic realmente interesante. En mi opinión no está a la altura de las excelentes obras anteriores del matrimonio Talbot, pero el nivel sigue estando por encima de la media. La figura de Louise Michel, muy desconocida para mí, es presentada de forma acertada, aunque quizás hubiera sido necesario enlazar los grandes acontecimientos de su vida mediante una explicación un poco más detallada de su evolución personal. A pesar de estas lagunas, la lectura es más que recomendable. La Comuna de París es uno de esos hechos históricos prácticamente sepultados en los libros de Historia – pienso especialmente en los libros de texto -, y este cómic es una buena manera de acercarse a un acontecimiento trascendente que dejó una huella tanprofunda.
PD: En el siguiente enlace podéis leer las primeras páginas del cómic.