Spirou. El botones de verde caqui

Spirou. El botones de verde caqui, de Schwartz y Yann. (Dibbuks)

Spirou es uno de los grandes personajes del cómic franco-belga, prácticamente a la altura de Asterix y Tintín. La serie regular cuenta con más de cincuenta álbumes, pero la editorial Dupuis, que posee los derechos del personaje – a la manera de las grandes editoriales americanas con los superhéroes -, decidió crear una serie independiente en la que participaran grandes autores. Esta serie se llama Una aventura de Spirou y Fantasio por… y en este caso fueron el guionista Yann y el dibujante Olivier Schwartz los encargados de dirigir los pasos de Spirou y su amigo Fantasio.

El periplo editorial de Spirou en España ha sido bastante complejo, pero recientemente Dibbuks se ha hecho con sus derechos. Para dar el pistoletazo de salida al famoso personaje creado por Rob-Vel en 1938, nada mejor que esta historia ambientada en la Segunda Guerra Mundial en la que el tradicional traje rojo del protagonista se convierte en verde caqui.

La acción se sitúa en la Bruselas ocupada por los alemanes en el año 1942. Spirou, junto con su inseparable ardilla Spip, trabaja como botones en el Hotel Moustic, que se ha convertido en el cuartel general de los invasores. Desde esta complicada posición, Spirou colabora con la resistencia belga pasando información sobre las actividades de los ocupantes. Al mismo tiempo, Fantasio, su compañero de aventuras, trabaja en el periódico Le Soir, controlado en ese momento por la Wehrmacht.

Spirou y Fantasio discuten constantemente entre ellos, ya que se reprochan su aparente colaboración con el enemigo. Fantasio desconoce la oculta labor de su amigo y piensa que Spirou es un traidor, de modo que decide centrarse en la invención de nuevas armas que puedan ayudar a Bélgica y los aliados a escapar del yugo alemán. La relación entre ambos y la lucha de Spirou por arruinar los planes alemanes, mientras estos tratan de cazar al espía desconocido que se adelanta a sus movimientos, son los dos ejes fundamentales de la trama.

El cómic está lleno de momentos muy divertidos, especialmente en los momentos de protagonismo de Fantasio; pero el contexto histórico en el que está incluido el relato, lo dota de una gran profundidad y de diversos niveles de lectura. El retrato de la Bruselas ocupada por los nazis está muy conseguido, ya que multitud de elementos muestran cómo fue la vida en la capital belga durante el conflicto bélico. El miedo de la mayor parte de la sociedad, la división que generó la invasión e incluso los aspectos más oscuros del régimen que implantaron los ocupantes tienen un lugar destacado en la obra.

Otro factor destacado del cómic es la presencia de multitud de guiños a la historia del cómic, con referencias directas a creadores como Hergé o Franquin – dibujante de Spirou y Fantasio durante más de veinte años -, pero también a personajes muy representativos del medio. El lector avezado será capaz de encontrar estos juegos en casi cada página, aunque en mi caso he necesitado una segunda lectura para ser consciente de la presencia de algunos de ellos.

El tono humorístico del cómic no resta complejidad a las reflexiones que han introducido los autores. Un ejemplo es el papel que juega la población civil en un conflicto bélico de estas características, con la difusa frontera entre el colaboracionista y el prudente, entre el temerario y el héroe. La influencia que tuvo el espionaje en la segunda guerra mundial es otro fenómeno que, aunque en clave satírica, tiene importancia en la narración. Las diferencias en el seno de resistencia belga, que en ocasiones acabaron favoreciendo al enemigo es otro tema bien reflejado, y es especialmente interesante la visión que muestran Yann y Schwartz del movimiento zazou, así como del papel del crimen organizado o del desarrollo tecnológico.

En cuanto al dibujo, Olivier Schwartz demuestra ser un digno heredero de la escuela de la línea clara. Los personajes son fieles a la tradición de Spirou, muy expresivos y dotados de un gran dinamismo. Es destacable también la profusa labor de documentación que muestra la precisión de los uniformes y de los escenarios en que se desarrolla la acción. La arquitectura y los lugares emblemáticos de Bruselas son totalmente reconocibles, igual que los aviones o las armas que portan los diversos personajes. El color de Laurence Croix consigue crear la atmósfera perfecta para un ciudad gris que está viviendo una época durísima. El apartado gráfico está a la altura del fantástico guión de Yann.

La lectura de El botones de verde caqui es realmente interesante. Una aventura llena de acción y de humor situada en un contexto histórico tan apasionante, tan crudo y tan cruel como la capital de la Bélgica ocupada por los nazis. Tristeza, alegría, humor absurdo, homenajes al cómic, pasión, acción… y todo en solo sesenta y cuatro páginas. Una obra muy recomendable.

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