Aya de Yopougon, de Marguerite Abouet y Clément Oubrerie (Norma)
Generalmente África aparece en nuestras vidas como fuente de malas noticias: guerras, desastres humanitarios, catástrofes naturales o epidemias. Además, cuando hablamos de la Historia de África – y me incluyo -, normalmente nos referimos a las épocas más oscuras de su historia, como el esclavismo o la colonización, pero también al genocidio de Ruanda o al apartheid sudafricano. Los cómics que he reseñado anteriormente sobre la Historia de África, con la excepción de El cuentacuentos, siguen este patrón; pero la saga de Aya de Yopougon muestra un continente africano totalmente diferente.
Marguerite Abouet es una escritora costamarfileña que nació en 1971 y a los 12 años se fue a vivir a París. Los recuerdos de su feliz infancia en el popular barrio de Yopougon, en Abidjan, la acompañaron en el tránsito hacia la edad adulta. En 2005 decidió crear un cómic junto con el dibujante Clément Oubrerie para hablar de la realidad cotidiana de una de las ciudades más grandes del África occidental. El primer volumen de Aya de Yopugon obtuvo el premio al Mejor primer álbum en el festival de Angoulême en 2006 y a partir de ese momento, la colección, que consta de seis volúmenes, gozó de gran éxito.
Aya es una joven de clase media de Yopougon y junto a sus amigas Adjoua y Bintou nos presenta la vida cotidiana de su barrio. La acción se sitúa a finales de los años 70, aunque como reconoce Marguerite Abouet en esta interesante entrevista, los temas tratados en los cómics son muy importantes en la actualidad. Las inquietudes de la juventud marfileña están muy presentes a lo largo de los seis volúmenes, pero Abouet y Oubrerie tratan infinidad de temas: desde las relaciones entre padres e hijos hasta la difícil convivencia entre tradición y modernidad, pasando por un aspecto fundamental en la mayoría de sociedades africanas, el papel de las mujeres.
A medida que la narración avanza, nuevos personajes permiten introducir otras temáticas realmente interesantes como el papel de la religión y la proliferación de nuevas pequeñas iglesias cristianas; la emigración y los contrastes que provocan la llegada a un destino europeo – París, en la mayoría de los casos -; o las diferencias entre la ciudad y el campo. En las más de 700 páginas que comprenden los seis álbumes los autores han sabido crear un gran retrato de la vida cotidiana del África occidental.Lo más novedoso de Aya de Yopougon es este reflejo de la vida cotidiana, que se aleja de la mayoría de historias sobre África que aparecen en los medios de comunicación. El costumbrismo del relato tiene más fuerza que la denuncia social, aunque ésta también está presente, de manera que el retrato de Abidjan muestra una gran vitalidad. Los africanos y, especialmente, las africanas son presentados de manera positiva, no son víctimas del pasado ni del presente, sino los forjadores y forjadoras de su propio futuro.
En cuanto al dibujo, Clément Oubrerie ha sabido reflejar la atmósfera adecuada al guión de Abouet. El marcado uso del color y unos personajes tremendamente expresivos,dotan de vida a las diferentes historias que se cruzan en el cómic. Las composiciones de página son bastante sencillas, aunque destacan algunas viñetas a página completa en los momentos más trascendentes o, en ocasiones, en los más hilarantes del relato.
En definitiva, la lectura de Aya de Yopougon es muy recomendable, especialmente por dos motivos: en primer lugar, las historias que tienen que afrontar Aya y sus amigas son muy divertidas, y por tanto, el cómic es muy entretenido; y en segundo lugar, la obra de Abouet y Oubrerie permiten un acercamiento al continente africano mucho más cercano al día a día de la mayoría de la población que los trágicos relatos a los que estamos acostumbrados.
Por último, os dejo el enlace a una muy interesante propuesta didáctica de la ONG Paz con dignidad para trabajar la lectura de Aya de Yopougon en el 4º curso de la Educación Secundaria Obligatoria; y el tráiler de la adaptación del cómic al cine de animación, largometraje estrenado en 2013.
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