La mala gente

La mala gente. Una historia de militantes, de Étienne Davodeau (Ponent Mon)

Étienne Davodeau es el gran autor del cómic documental. Después del éxito que obtuvo con Rural en 2001 (recientemente publicado en España por La Cúpula), en el que se acercaba a la agricultura ecológica y a la lucha de los movimientos ecologistas contra la construcción de una autopista en la región de los Mauges, en el departamento Maine y Loira; Davodeau se acercó a la realidad política, histórica y social de su región de origen.

La mala gente (según la leyenda Mauges tiene su origen etimológico en mauvaises gens) narra la historia del sindicalismo francés en esta región durante la 50, 60 y 70. Los padres del autor participaron en la lucha por conseguir derechos para los trabajadores y, por tanto, Davodeau utiliza su testimonio y el de algunos de sus compañeros para reconstruir la historia. Sus recuerdos infantiles también tienen un lugar destacado en el proceso de recuperar la memoria, ya que desde el presente el autor comprende algunos aspectos de su vida que en su momento no tenían sentido para él.

La sociedad de los Mauges era muy tradicional. Las diferencias sociales eran muy evidentes, pero el conservadurismo omnipresente hacía imposible intentar cambiar las cosas. Este escenario cambió con la llegada a la región de algunos religiosos con ideas innovadoras, que trataron de utilizar las parroquias como un elemento de dinamización y no como garantes del orden establecido. En una zona tan católica como ésta, las nuevas asociaciones parroquiales, que utilizaban el deporte como método de integración y que apostaban por la defensa de los derechos de los trabajadores, provocaron muchos cambios. La educación y la formación de la clase obrera también fueron elementos importantes.

La clase trabajadora empezó a perder el miedo y poco a poco fue organizándose. Aparecieron los primeros sindicatos y organizaron las primeras huelgas. El tradicional paternalismo con el que los empresarios locales habían mantenido subyugados a los trabajadores durante décadas empezaba a quebrarse. Las luchas tenían sentido, empoderaban a  sectores sociales siempre alejados del poder, y sobretodo, se mostraban efectivas. Los sacrificios conseguían resultados y cada vez más gente se sumaba a la lucha obrera.

Los padres de Étienne Davodeau participaron en todos estos acontecimientos, y por tanto, la visión del dibujante es muy cercana a los hechos. Las conversaciones con sus progenitores, situadas en el presente en que el autor está dibujando el cómic, transcurren en paralelo a la acción, y contienen algunos de los mejores momentos de la obra. Las valoraciones y reflexiones de sus padres, 40 años después de los hechos, son muy interesantes para comprender el alcance histórico y las consecuencias de lo narrado en el cómic.

El dibujo de Davodeau, pausado, medido y aparentemente sencillo; junto a la profusión de texto dotan a la obra de su genuino carácter documental. En la línea de Joe Sacco, Étienne Davodeau se incluye en el relato, de manera que la dialéctica entre objetividad y subjetividad es uno de los elementos clave de la novela gráfica.

La mala gente es una obra imprescindible para comprender el desarrollo los años 60 y 70 en Francia, y posteriormente, para entender la llegada al poder de Mitterrand, que contó con el apoyo de estas bases de origen sindical. Una vez más, el cómic vuelve a demostrar que es apto para tratar cualquier tema con rigor; atrás quedaron los años en los que tan sólo era un entretenimiento infantil y juvenil.

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