Cuadernos rusos. La guerra olvidada del Cáucaso, de Igort (Salamandra Graphic)
Después de narrar la historia de Ucrania, a través de los testimonios directos de ciudadanos de ese país en Cuadernos ucranianos, Igort volvió a la antigua URSS para contar una nueva y terrible historia. En esta ocasión, el autor italiano indaga sobre el asesinato de la periodista Anna Politkovskaya y la guerra de Chechenia.
Esta conocida activista en favor de los derechos humanos había denunciado los abusos del ejército ruso en su lucha contra los «terroristas» chechenos, hecho que la había enfrentado con el gobierno de Vladimir Putin. Había sido envenenada, había recibido agresiones físicas, e incluso, había sido retenida y torturada por militares rusos. Finalmente, Anna Politkovskaya fue asesinada el 7 de octubre de 2006 en el ascensor de su piso en Moscú.
Igort, con la habilidad que ya demostró en su anterior trabajo sobre Ucrania, utiliza las viñetas, la ilustración y el texto para relatar la historia de la lucha de Politkovskaya. Además, el autor italiano sigue los pasos de la activista e investiga los crímenes del ejército ruso en Chechenia. A través de estos dos relatos, que avanzan en paralelo, Igort crea un cómic muy duro y muy crudo, que denuncia ambas injusticias.
El inicio de Cuadernos Rusos es espectacular, ya que Igort narra en primera persona su visita al piso de Politkovskaya. Con un gran dramatismo, el dibujante reconstruye el asesinato. A partir de este momento, mediante los testimonios de gente cercana a la activista rusa, Igort trata de explicar la lucha que ésta llevaba a cabo: los motivos, los miedos, las consecuencias… La valentía de Anna Politkovskaya, que se enfrentó a un enemigo tremendamente poderoso, es la bandera del autor italiano.
Al mismo tiempo, Igort se enfrasca en una tarea abrumadora: narrar el conflicto de Chechenia alejándose de las visiones más reduccionistas y maniqueas. No trata de escribir la Historia del conflicto de Chechenia, sino que intenta construir su propio relato gracias a los testimonios directos de las víctimas del conflicto. Es muy interesante cómo Igort da voz a los que están condenados a permanecer en silencio: soldados rusos que se negaron a cometer abusos, víctimas chechenas que perdieron a familiares y víctimas de los atentados cometidos por las milicias chechenas.
Igort utiliza con maestría multitud de recursos gráficos para transmitir el dolor y el sufrimiento que padeció mucha gente en Chechenia. Las torturas que llevaba a cabo el ejército ruso, incluso contra algunos militares que no querían participar de estas acciones, son representadas con tremenda dureza, pero al mismo tiempo con gran delicadeza, tratando de respetar el recuerdo de la víctima.
La lectura de Cuadernos rusos es una gran manera de acercarse a la historia reciente de una de las zonas más conflictivas del planeta. La visión de Igort es muy original, ya que rechaza tajantemente la propaganda rusa, pero al mismo tiempo, se aleja de los tópicos difundidos en Occidente sobre el gigante ruso. Visualmente es un cómic magnífico, pero la historia que narra tiene tanta fuerza que te sumerges en ella y olvidas el resto. Igort, en la estela de Joe Sacco, firma un cómic con una historia sólo al alcance de los mejores reporteros de guerra.
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